SU
ORIGEN. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL
Llamamos violencia de género a aquella
que se ejerce contra las mujeres por el hecho de pertenecer al sexo
femenino. Tiene sus raíces en las
relaciones de desigualdad que existen entre hombre y mujeres desde tiempos
inmemoriales. Se expresa en los
diferentes ámbitos de la vida social y política. Si bien el lugar donde es más visible su
ejercicio es actualmente en la familia, la perpetuación de esta relación de
dominación se ejercer a través de instituciones como la escuela, la Iglesia y
el Estado, que se encargar de consolidar y mantener el orden establecido.
Las normas culturales y sociales están encaminadas
a mantener el modelo androcéntrico imperante a lo largo de la historia. Así,
las estructuras sociales se mantienen sobre dos pilares básicos:
· La
superioridad del hombre.
· La
relación de desigualdad y dominio del hombre sobre la mujer.
A través de la socialización en la familia y en la escuela, con el objetivo de conseguir el poder y control sobre ellas, los hombres aprenden a considerar a las mujeres como inferiores y como su posesión, justificando su sometimiento a cualquier tipo de trato.
Durante siglos, los religiosos,
filósofos, moralistas, científicos y políticos afirmaron que la mujer era un
ser inferior biológica e intelectualmente, sin moral y hasta inacabado,
destinado a servir y obedecer al hombre.
Cualquier acto de desobediencia podía ser castigado corporalmente.
La sumisión femenina ha sido regulada en
muchos textos legales. En el Derecho
Romano se otorgaba a los hombres el derecho a utilizar la fuerza para controlar
o disciplinar a las mujeres. El Código
de Napoleón consagró jurídicamente la dependencia familiar y económica de la
mujer: la mujer no podía disponer de sus
propios bienes ni dirigir negocios sin el permiso de su marido. Los derechos de los hombres sobre sus mujeres
han estado incluidos en las leyes de los diferentes países europeos, así como
en Estados Unidos y Latinoamérica.
En España, hasta 1975, el artículo 52
del Código Civil estipulaba que <<
a mujer debía obediencia al marido y éste protección a la mujer>>.
Esta situación persiste en muchos países en desarrollo. Según Naciones Unidas, hasta 1991 sólo 22
países industrializados habían concedido a las mujeres los mismos derechos que
al hombre en cuestiones de matrimonio, divorcio y propiedad familiar.
Al establecerse la igualdad legal con el
hombre, quedó abolida la condición de esclavitud o servidumbre. Pero es más fácil cambiar las leyes que las
normas sociales, que soportan el gran peso de las tradiciones, por lo que
dentro de las familias y en la sociedad queda mucho por andar para la
consecución de una igualdad de derechos real. Poco a poco se esta trabajando para que cambien la situación de la mujer en el terreno
laboral, económico, cultural y simbólico.
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